Febrero y el amor por la vida misma
febrero 3, 2025GRECAS Y LETRAS
Por Carmen Saucedo
ENFOQUEX mx
3 DE FEBRERO 2025
Febrero llega, y con él, ese encantador recordatorio de que el amor está en el aire. O, como diría alguien menos romántico, en los escaparates de todas las tiendas que venden corazones de peluche, chocolates y flores. El mes del amor no solo trae consigo promesas de dulzura y ternura, sino también la eterna esperanza de que alguien más se acuerde de que estamos vivos.
Pero, para todas aquellas personas que piensan que el amor es solo una fiesta de cupidos y cursilerías, hay algo aún más profundo y un poco más complejo que el mes de febrero nos invita a celebrar: el amor por la vida misma.
Porque, ¿quién mejor para enseñarnos a amar la vida que las heroínas de los libros? Y no me refiero a las típicas princesas que esperan a que alguien las salve, sino a esas mujeres complejas, llenas de pasión, contradicciones y una resistencia a la vida tan admirable que, en muchos casos, terminan demostrando que son auténticas heroínas a su manera.
Y, por supuesto, esto se ve maravillosamente reflejado en las páginas de tres libros que nos muestran cómo las mujeres no solo sobreviven al amor, sino que logran encontrar belleza en todo, incluso en el sufrimiento. Hablo de Mujeres de ojos grandes de Ángeles Mastretta, La ridícula idea de no volver a verte de Rosa Montero y Vivir la vida de Sara Sefchovich. Porque si hay algo que las escritoras latinoamericanas han hecho bien, es mostrarnos que el amor por la vida no tiene que ser perfecto ni fácil. Puede ser complejo y complicado, pero al final del día, es la vida.
Comencemos con Mujeres de ojos grandes, esa obra donde las mujeres no solo tienen ojos grandes (un simbolismo tan obvio que uno se pregunta cómo no se nos ocurrió antes). No, lo que realmente es grande en estas mujeres es su capacidad para amar y, sí, para sufrir. Pero, por supuesto, no es un sufrimiento cualquiera: es el tipo de sufrimiento que te hace más fuerte. Las heroínas de Mastretta no se conforman con el amor fácil; no, ellas buscan el amor que las consume, que las transforma, que las hace enfrentarse a su propia vulnerabilidad. ¿Y qué hacen cuando el amor las abandona? Se reconstruyen.
Porque el amor, en este libro, es tan contradictorio como la vida misma: te puede destrozar, pero también te puede enseñar a ser más completa, más auténtica. Las mujeres de Mastretta no solo sobreviven, sino que, de alguna manera, logran abrazar la vida con toda su intensidad. Sí, ellas aman, sufren y se levantan.
Luego tenemos La ridícula idea de no volver a verte de Rosa Montero, donde el duelo no es solo un estado emocional, sino casi una filosofía de vida. Cuando Montero decide escribir sobre la muerte de su marido, no solo habla de un lamento, sino de un proceso de transformación que lleva a la mujer a redescubrirse.
Y aquí está el truco: al final del sufrimiento, lo que realmente importa no es lo que se pierde, sino lo que se gana en términos de comprensión y crecimiento personal. La protagonista, no se rinde ante el dolor. En lugar de ser una víctima de las circunstancias, se convierte en una mujer que aprende a vivir de nuevo, abrazando la vida con un nuevo sentido. Porque, como bien dice Montero, el sufrimiento es ridículo, sí, pero también es una manera de estar más viva que nunca. De alguna manera, las mujeres que sufren, en su dolor, encuentran una forma de reconstruir y recrear su amor por la vida.
Y, finalmente, Vivir la vida de Sarah Sefchovich, que parece una oda al concepto de vivir sin miedos ni reservas. Aquí no hay espacio para grandes tragedias literarias, ni para el amor imposible. En lugar de eso, Sefchovich nos ofrece una mujer que, con toda su complejidad y a veces completamente desconcertante, decide abrazar su vida, en su versión más honesta, imperfecta y real. Aquí, las decisiones no son fáciles, y las expectativas sociales no juegan un papel tan simpático como en otras novelas. El amor por la vida, en este caso, es un asunto de elegir vivir, a pesar de las contradicciones, de las presiones y, por supuesto, de las frustraciones cotidianas. Una heroína mucho más real que las anteriores, pero igualmente llena de valentía.
En conclusión, en este febrero del amor, cuando las flores, los chocolates y los corazones parecen estar en todas partes, celebremos algo mucho más interesante que las típicas historias de amor de película: celebremos el amor por la vida. Porque las mujeres que nos muestran Mastretta, Montero y Sefchovich no solo han amado y sufrido, sino que han sobrevivido al amor, al dolor, y a las expectativas de una sociedad que siempre espera lo mejor de ellas. Ellas no son heroínas porque vivan un amor perfecto, sino porque logran vivir, a pesar de todo. Y eso, mis queridos lectores, es lo que realmente importa.